Conclusiones Jornadas de “Asistencia sexual, una figura en construcción”

Conclusiones de la jornada “Asistencia sexual, una figura en construcción”. El texto ha sido redactado conjuntamente por Núria Gómez (OVI), Myriam Ponsa (daD) y Andrea García-Santesmases (YWF). Esperamos haber sabido resumir satisfactoriamente todas las visiones y debates que se generaron, entendiendo que consenso no es unanimidad y que la reflexión colectiva no ha hecho más que empezar. Todo por hacer.

Mesa 1 ¿Qué es la asistencia sexual?

Organizaciones y personas presentes en el debate: Carlos de la Cruz (Asociación Discapacidad y Sexualidad), Antonio Centeno (Yes, we fuck!), Antonio Madrid (dret al Dret), Francesc Granja (Tandem Team), Rafa Reoyo (Sex Assistent) y Esther Sánchez (ANSSYD)

La asistencia sexual ha puesto la sexualidad de las personas con diversidad funcional en el debate mediático. No obstante, este término alude a realidades diferentes, ya que desde las distintas propuestas de asistencia sexual no hay un consenso en torno a conceptos y definiciones. Una de las visiones defiende que el asistente sexual limite su tarea al auto erotismo y al apoyo para las relaciones sexuales con otras personas (distintas al asistente). Desde esta propuesta, el cuerpo del asistente no se involucra en el servicio sexual sino que este es un puente para que la persona con diversidad funcional disfrute de su sexualidad consigo misma o con su pareja.

No obstante, otras visiones presentes en las jornadas defienden que la asistencia sexual incluya todos los servicios sexuales, es decir, todas las prácticas pactadas por el/la asistente y la persona asistida.

Sí que hay acuerdo en torno a la importancia de una educación sexual inclusiva que empodere a las personas con diversidad funcional y les convierta en sujetos de derechos en este sentido. Otro de los consensos alcanzados en torno a la figura de la asistencia sexual, es la idea de que ésta debe ser un servicio de carácter profesional, no un voluntariado o una terapia. Por tanto, debe ser remunerado económicamente.

Mesa 2 ¿Quiénes son lxs asistentes?

Debate entre diferentes figuras profesionales: Asistencia personal (Iñaki Martínez), asistencia sexual (Teo Valls) y prostitución (Linda Porn)

La asistencia sexual se presenta como una figura de intersección entre la asistencia personal y el trabajo sexual. Con la asistencia personal tiene en común que está orientado a apoyar a las personas que no pueden acceder a su propio cuerpo y, por tanto, se trata de un recurso destinado a favorecer la igualdad de oportunidades, asegurando que estas personas puedan hacer “lo que harían en ausencia de diferencias funcionales”. Otro punto en común importante es que la persona con diversidad funcional la que toma las decisiones (en este caso sobre su sexualidad). En el caso de la diversidad intelectual, los caminos para expresar ese deseo y gestionar su decisión pueden seguir otras vías y precisar del apoyo de una tercera persona.

Con el trabajo sexual, la asistencia sexual coincide en que se trata del intercambio de un servicio sexual a cambio de dinero. Por tanto, si bien tiene rasgos en común con ambos servicios (asistencia personal y trabajo sexual), la asistencia sexual se presenta como una figura nueva, cuyo rol y tarea es diferente al del asistente personal y al de la prostituta. La diferencia con la asistencia personal es que ésta se trata de un servicio en el que el contacto corporal con la persona asistida está deserotizado. La diferencia con la prostitución es que la prostituta establece una relación sexual y utiliza su cuerpo para dar placer mientras que el/la asistente sexual no.

Mesa 3 ¿Quiénes son lxs asistidxs?

Soledad Arnau, Gemma Deulofeu, Pilar Guisado, Dani Esquiva, y Oriol Roqueta

En la tercera mesa de debate hay consenso en relación al perfil de lxs asistidxs: son las personas que necesitan apoyos para acceder sexualmente a su propio cuerpo y/o para realizar prácticas sexuales con otras personas

Esta mesa da voz a dos colectivos que tienen poca presencia en el debate público sobre asistencia sexual: las mujeres con diversidad funcional y las personas con diversidad funcional intelectual. En ambos casos hablan voces desde la experiencia. En el primero, se alude a cómo esta invisibilidad es fruto de una socialización de género diferencial que hace que las mujeres tengan menos posibilidades de expresarse sexualmente, más aun cuando tienen diversidad funcional. Se plantea la importancia de que más mujeres con diversidad funcional se sumen al debate, desde sus vivencias y experiencias para que la asistencia sexual no se construya desde una perspectiva androcéntrica.

Respecto a las personas con diversidad intelectual, se critica que la figura está siendo pensada desde y por las personas con diversidad funcional física. Se plantea que en el caso de la diversidad intelectual puede ser necesaria la intermediación de una tercera persona, un/a profesional que facilite la comunicación entre el/la asistente sexual y la persona con diversidad intelectual.

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