El punto de partida del proyecto Diversorium es el deseo que expresan dos activistas, Antonio Centeno y María Oliver, por que la diversidad funcional tenga un espacio de encuentro y fiesta para «bailar» junto a las distintas comunidades afectivas e invisibilizadas de la ciudad y «mover» las discriminaciones que nos separan. Un deseo que es a la vez una necesidad puesto que los avances hacia la igualdad social todavía están lejos de realizarse.
